- Niños con bajo rendimiento escolar relacionado con hábitos alimenticios.
- Alteraciones del apetito vinculadas al estrés, ansiedad o medicación.
- Déficit de hierro, omega-3, zinc, vitaminas del grupo B, entre otros.
- Comorbilidades digestivas que interfieren con la absorción de nutrientes.
- Trastornos alimenticios en la infancia o adolescencia.
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